París bien merece una misa
“Paris bien vaut une messe” Enrique IV, Rey de Francia.
París, la ciudad con la que muchos sueñan, es sin duda una de las ciudades más fascinantes de Europa, una de las más visitadas y con una oferta interminable de atracciones para todos los gustos.
El metro de París es una de las formas más prácticas para visitar la ciudad. Se puede combinar con el bus, el RER y si es necesario con Uber, la ciudad está muy bien conectada.
Dependiendo de los días de visita se puede comprar un carnet de varios tiquetes de metro a la llegada al aeropuerto.
Por supuesto que los Museos Louvre, Orssay y Quai de Branly son indispensables, pero también lo es el museo galo romano que se encuentra en la plazoleta frente a Notre Dame. La Catedral de París es una joya indiscutible de la Cristiandad con 850 años de antigüedad que merece ser visitada con tiempo.
Justo al frente de la Catedral, se encuentra uno de los museos más interesantes y desconocidos de la ciudad. Se pueden observar las ruinas subterráneas de la primera ciudad romana en L´Ile de la Cité, objetos que datan de más de 2500 años y explicaciones sobre como fueron los orígenes de la ciudad bajo Roma.
Cerca de la Sorbona, se puede caminar a ¨Les arènes de Lutèce¨, un anfiteatro romano en muy buenas condiciones de conservación en media ciudad. Pareciera que Roma nunca hubiese estado en París pero en algunos rincones se pueden admirar sus glorias.
El barrio de la Sorbona es de todas maneras admirable con el Jardín de Luxemburgo que alberga el palacio de Luxemburgo sede del Senado. Los paseos por el jardín permiten imaginar otras épocas donde con gran elegancia los cortesanos deambulaban viendo las mismas fuentes y estatuas.
Cerca del Panteón se encuentra otra de las grandes joyas de París: el Hotel de Cluny, palacio medieval que contiene una de las más grandes colecciones de arte medieval de Francia y explica las épocas luminosas de la Edad Media, la vida de la Corte, las costumbres, comidas y forma de vida.
Al salir del Hotel de Cluny unas cuantas cuadras llevan al Sena y a la admiración del paso de las aguas con sus barcos de techos transparentes, sus paseos y aceras, las elegantes columnas construidas durante tantos tiempos distintos.
París bien merece una misa, para agradecer tanta grandeza como regalo al mundo.
- Alejandro López-Meoño